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Este proyecto de interiorismo fusiona sofisticación contemporánea con un carácter rebelde y elegante, creando un ambiente tan atemporal como audaz. La paleta de materiales ha sido cuidadosamente seleccionada para equilibrar luminosidad, nobleza y un toque de actitud: los mármoles blancos aportan una base serena y refinada, reflejando la luz natural y generando una sensación de amplitud y frescura. Acompañando esta pureza visual, los robles claros introducen calidez y textura orgánica, envolviendo los espacios en una atmósfera acogedora y natural.

 

El negro, utilizado de forma precisa y con intención, aporta profundidad y elegancia, actuando como hilo conductor que estructura el diseño. Su presencia cobra especial protagonismo en el imponente sofá Chester en cuero negro, pieza central del salón, que encarna la esencia roquera del proyecto: un guiño al espíritu libre y atrevido, sin renunciar al estilo clásico.

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Complementando esta narrativa visual, los detalles en dorado —discretos pero estratégicos— aportan un contrapunto de lujo sutil, elevando el conjunto con destellos de sofisticación. La decoración vintage termina de definir la personalidad del espacio, con piezas únicas que cuentan historias y aportan autenticidad, generando un diálogo entre el pasado y el presente.

 

El resultado es un interior con alma: elegante pero sin rigidez, moderno pero con raíces, donde cada textura, color y objeto contribuye a una experiencia estética rica y coherente

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